I try to laugh about it
Hiding the tears in my eyes
Because boys don't cry
Boys don't cry
The Cure.
Mi viejo jamás me
dijo que los hombres no lloran,
nunca hubiera dicho
semejante burrada.
Él me enseñó a
llorar para adentro,
a bancármela
callado y levantarme.
Me enseñó a doblar
el lomo por la casa
y no agachar la
cabeza ante nadie.
Aprendí a ser
hombre sin palabras,
viendo partir sus
manos por el pan de la familia.
Los rituales tienen
sentido cuando dicen
como el puño
rebelde que se alza
y jamás se baja
hacia los suyos.
Mi viejo rara vez
hablaba orgullo
lo decía con los
ojos y con las manos.
Imagino ese verdor
encendido
todavía hoy vivo en
su sangre.
Mi madre es de
esa gente que no alza la voz
pero dice tan fuerte
como mil enciclopedias.
Está siempre, en
todos lados.
No recuerdo una
parada difícil sin ella.
Me enseñó respeto
hacia todos
empezando por mí
mismo.
Lee mis poemas como
si fueran joyas literarias
y me hace sentir el
mayor de los poetas.
Es fácil escribir
su cercanía,
su mano mágica en
la cocina
su honor, su
libertad.
Somos lo que somos
por mi madre:
aprendimos a
arremangarnos con ella,
a ser solidarios
hasta las últimas,
a confiar en el otro
hasta la vida.
Jamás me dijo que los hombres no lloran,
nunca hubiera dicho
semejante burrada.
El amor es ver lo que mis viejos hicieron
con nosotros.
Es jamás haberse
sentido pobre aún en la más puta miseria.
Es mucho más que
días rojos en el calendario.
Por eso el aparente retraso de este
poema.