El verdadero riesgo
es ser cáscara,
crear una corteza de
modales,
sensibilizarse ante
imágenes
y olvidar el dolor
de la carne.
El riesgo es ser
ciudadano sin mancha
cuando el día es de
barro.
Maldigo mi comodidad
de gordo
escribiendo
poemitas,
mis repetidas
excusas, mis banderas ajadas
en el último cajón
de un alma apolillada.
Para qué mierda la
fe,
si no la ejerzo
hasta sangrar en la maleza,
allí donde la
esperanza es lujo.
El día/barro se
diluye en la lluvia cultural del olvido
y mi cobardía
fabrica karma a plazo fijo.
La oportunidad pasa
como un tren vaporero,
obsoleta y hermosa,
brillante como una lágrima.
Levanto mi cabeza y
corro,
abrazo mi fortuna.
Ser feliz es
mancharse hasta el prejuicio
haciendo lo que te
dicta el universo.
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