La nación que
duerme en la cima del mundo,
como un gato en los
hombros de un gigante,
es ignorada por los
plácidos dioses del valle;
pero el paisaje que
besa la panza del cielo
a su vez descansa en
tectónico conflicto.
¡Ay de su
despertar!
¡Ay de nuestra
locura!
Qué fácil es
ignorar
la muerte de las
alturas.
El vientre de la
montaña
escupe un monstruo
sagrado,
sus manos pueden
romper
palacios y hasta el
santuario
donde dejamos yacer
los sueños más
delicados.
¡Ay de su
despertar!
¡Ay de nuestra
locura!
Qué fácil es
ignorar
la muerte de las
alturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario