y en el aire arden todavía
las hojas de los libros
quemados aquel día.
Hoy caminé por esas calles
siguiendo las huellas del poeta.
Se hunden mis pies en las veredas
hendidas por el grito de una grieta.
Hoy caminé Tacuarembó
partido por el odio y el amor.
El odio me exigía que me fuera;
el amor, que sembrara algo mejor.