mientras el cielo se
precipita
como un espejo
derrotado,
yo caigo en una
realidad
de colores como
pájaros
donde los signos se
confunden
de sombrero y
sonrisa.
el tiempo es un
chicle en la boca
de una niña
aburrida.
ahora el cielo es un
puño cerrado,
una estampida de
bestias primordiales
lamiendo mis talones
el tiempo es una
piedra
lanzada por ese que
se cree libre de pecados
corro hacia vos
sin miedo,
con la noción de
hogar tatuada en la frente;
como el destino de
este 145
que compite con la
tormenta a ver quién es
el más inevitable.
viejo apostador,
juego unas fichas a
la lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario