Me habita una
bestia.
En mis sueños
despierta,
desgarra mi carne
para renacer desnuda y otra,
como una serpiente
cambiando su piel;
pero también su
forma.
Daña mis sentidos
su presencia.
La oscuridad de su
alma nubla mis ojos
como una tormenta de
arena sobre el desierto.
Su sed de sangre
baña mi boca,
tapa mi olfato su
olor a muerte.
El estridente rumor
de sus pensamientos
confunde mis oídos
como si un ejército de hormigas
los invadiese.
Ya no toca mi piel
el aire nocturno,
Ya no puedo beber el
sol.
Esta maldición me
ata,
periódicamente
sufriré la metamorfosis.
Seré mi enemigo sin
poder matarlo,
seré el objeto de
su odio,
la excusa perfecta
de su instinto asesino.
Seremos las caras de
una moneda lanzada por un dios maldito,
que calza su máscara
de muerte y se llama a sí mismo Ángel Oscuro.
Seremos la comedia
de su existencia,
atrapados, él en
mis días,
y yo en sus noches.
Seré uno con mi
humano
y buscaré en cada
luna consuelo
y libertad.
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