El tiempo gira
como una ruleta sin
mesa
ni croupier.
Como un planeta
alazán
sin sol ni jinete.
El tiempo gira y nos
arrastra;
apenas podemos
calcular sus pasos,
pero no su
consecuencia.
Lo hemos dividido
artificial
y arbitrariamente
como un mapa lleno
de líneas
y coloreado.
Marcamos el punto
donde el tiempo
acaba y se reinicia.
Hemos dominado al
tiempo
para hacernos sus
esclavos.
Cronos
sigue
devorando hijos.
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