La sombra de la muerte
No deja crecer esperanzas
y marchita las utopías.
Las calles callan las huellas de antiguos pasos
y la música se ha quedado sorda.
Se ha instalado una piedra en mi garganta
y miro los periódicos con furia,
como a profetas que se ríen
de sus palabras negras.
Busco la risa limpia en otras fotografías.
Encuentro luz en los ojos de la mujer que amo.
Mi madre me regala un día con ella en el teléfono.
Mi perro busca calor en el hueco de mi mano.
Entonces comprendo.
La verdad es un pájaro que canta libre
y su canto se interrumpe demasiado por el ruido
de la ciudad.
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