Hoy no puedo cantar
esperanzas.
Un viento de inframundo
ha secado mi garganta
y mis dedos tiemblan poemas oscuros.
El mundo es una serie de números
que clavan sus dientes de hielo.
Las paredes implotan
como estómagos de hambrientos.
Afuera
es un lugar súbitamente extraño y hostil,
o quizá siempre lo fue,
pero ahora se muestra
sin máscaras.
Afuera hay también
ciudadanos de un mundo mejor
que aquel dibujado por cifras de muerte.
Ellos cantan con sus manos
la canción de esperanza
negada a mi garganta
en esta noche fría.
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