No hay seguro contra la angustia;
se puede elegir
entre el hambre y la enfermedad,
o morder como un pán ácido
la culpa de no tener que elegir.
Ser hoja trémula sostenida
por una fe sin garantía de casa central.
No hay abrazos en estos tiempos de distancia.
Las manos se extienden
como miradas a un horizonte vacío.
A veces perfuma el silencio
como canción liberada
una voz amada en el teléfono.
No hay seguro contra la angustia;
pero hay pájaros vistiendo los cielos.
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