Tejo mi ánima
con el hilo de mujeres
que dejaron miel en mis labios
y faro en mis noches.
No canto a las donnas,
no.
Canto a las hadas cansadas
de jóvenes ojos eternos,
que brillaron y brindaron
sus finos hilos de plata
en mis manos resecas
de tinta y ladrillos.
Tejo mi ánima y dejo
mis hilos de cobre en tus manos.
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