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jueves, 30 de julio de 2015

Obsoleto

A veces la bomba de sangre es bomba de tiempo.
Ruge y se queja como un artefacto obsoleto
del siglo de las máquinas
atrapado sin querer en el siglo virtual.
El médico escucha sus rítmicos pasos
y me pregunta si fumo.
Nunca me preguntan si amo,
si me siento culpable de vivir sin hambre,
si he dejado pasar otra vez la libertad a toda carrera,
si me duelen las veces que no besé a mis muertos.
No, el tipo me pregunta si fumo,
concentrando en un cilindro de veneno
la maldad del mundo
y la angustia del cielo,
como si no le bastara la muerte que lleva
brasas adentro.

El reloj arcaico duele y no me sorprende.
Los aparatos modernos no encuentran la falla:
funciona perfecto, me dicen.
pero no le preguntaron si está cansado
de trabajar a destajo para este estafador.
En sus rojas cavidades esconde un secreto:
no es el único obsoleto en este siglo de fantasmas.



Juntapapeles: siempre quise beber

siempre quise beber
en la frontera circular
bailar en otra luna
mi vals prestado
alguien
        dibuja estrellas de fuego
hace malabares
         con hogueras emociones
figuras imperfectas
   y esclavos para diversión

siempre quise beber
              sobre todo brindar
              romper copas
como promesas
          como amores
          de circo



martes, 28 de julio de 2015

Blues

El tipo se aferraba a la barra como al último tablón del Titanic. Llevaba horas ahí, lo que no importaba demasiado en el Bar de la Última: todos parecían brotados allí. Si alguien sacara una fotografía y volviera al otro día lo encontraría casi igual, acaso algún detalle, como ver un árbol día tras otro, hoja más o menos, bicho más o menos caminando la corteza.
Pero el tipo en cuestión era poeta, y ya un poeta sobrio es demasiado, así que al dueño del bar un poeta borracho en su barra empezaba a molestarlo un poco. Sobre todo por los pedidos.
-Sírvame otro blues -pidió, levantando un dedo como para aclarar que pedía uno, no dos o cuatro.
-¿No cree que ya ha tenido bastante? -contestó el bolichero, en una pregunta que tenía más de afirmación que otra cosa. No quería cargar poetas al cerrar (sí, cada tanto el bar cerraba).
El tipoeta se afirmó con ambas manos en el estaño de la barra como si fuera un gimnasta haciendo una prueba en el potro a punto de levantar los pies por encima de la cabeza, pero el gesto no terminó de parecerse fugazmente, porque puso los pies en el suelo, despegó el traste del asiento como si separara un ladrillo de la pared, y puso un billete de bajo valor atrapado en el vaso.
Trastabillando, llegó haciendo rimas asonantes a la puerta y soltó una oda con reverencia a una mujer que inadvertidamente pasaba frente a la puerta del antro.
Se perdió en la noche mientras se apagaban sus versos.
Uno de los clientes entonces pareció cobrar vida. Aplastó un pucho apagado hacía rato en un cenicero de lata con nombre de vermouth, se acercó al bolichero que todavía miraba desconfiado la puerta, como si temiera el retorno del vate, y, curioso, le preguntó.
-¿Oí mal o te pidió un blues?
-Oíste bien -respondió el bolichero, que jugaba a ser barman frotando un vaso limpio y ya seco con un repasador blanco-, pidió un blues. El problema no es ese. Si hubiera estado tomando el viejo King no hay problema, o un Stevie Ray, pero el muy tacaño pidió un blues berreta.
Arrimó la botella y el otro se separó, como por instinto. Un ruido incierto, como un eco, sobrevoló la barra como una amenaza.
-Ah, es lo que tienen los poetas -dijo el cliente que se tanteaba los bolsillos de la camisa buscando cigarrillos.
El bolichero, tal vez reafirmando sus palabras, destapó una botella de B.B. King Old Special y se sirvió una medida generosa, permitiéndose un lujo que rara vez sucedía. La melodía invadió el bar. Otro cliente pensó en pedir que mandara la vuelta, pero se contuvo, y apuró su valsesito criollo, modesto pero alegre.

Afuera la luna recibía unos versos lejanos de poeta triste y enamorado.

No puedo

No, no puedo parar de escribir,
de llenar de borrones los papeles,
superficiales turistas en hoteles
que miran sin ver y hablan sin decir.

No, no puedo dejar de proferir
poemas groseros y sin vuelo,
no me queda más consuelo
que acaso te de por reír.

No, no puedo ni quiero mentir,
acá lo importante es la poesía.
Uno es un pobre juglar sin valía
que juega a lo que pueda salir.




Juntapapeles: Comienzo a deconstruirme...

comienzo a deconstruirme
quitando en un ritual desconocido
las partes acartonadas
de un rompecabezas
          al que estoy
demasiado acostumbrado
proceso comparable
a de quemar cartas viejas
de olvidados amores

edifico entonces
       sin plano ni arquitecto
un nuevo templo
otro puzzle
donde falta la pieza
que ocultás en un puño
imperceptible


lunes, 27 de julio de 2015

Juntapapeles: Diferencia

Aparición -dejame explicarte-
                 sería tener,
corpóreos,
tus ideales en la puerta.
Milagro,
que te absolvieran.

domingo, 26 de julio de 2015

Juntapapeles: morder una ciruela...

morder una ciruela
          robada del jardín prohibido
          saltando en jaurías
de cuatro o cinco
                   enchastrados pibes
          rojos de fruta madura
          y de carreras
tenían un perro
(pero siempre ganábamos
nosotros)


Juntapapeles

En 1996, un tipo muy loco me convenció de participar en un proyecto raro: sacar un libro de autor colectivo en Montevideo. El caso es que salió, y tuve la suerte de poder participar en un libro hermoso junto a mi hermana (con sus tiernos 16 de entonces), y otros muy talentosos autores, entre ellos el inolvidable Ruben D'Alba.
En los siguientes días publicaré los poemas que me correspondieron en ese libro, y si mi hermana me da permiso, también los de ella.
Ah, me olvidaba, el loco se llama Wilson Javier Cardozo y ya lleva 20 años con la quijotada de Abrelabios.


La vida secreta de los poetas

Lamento desilusionarla, señora,
pero los poetas también estornudan.
Se enamoran, claro,
pero no siempre locamente.
Los poetas a veces eructan,
miran películas, comen pop.
Caminan en invierno,
enfundados en gabanes,
claro que sí.
Pero también han remontado
algún que otro barrilete.
Las poetas no siempre se suicidan,
aunque usted no lo crea.
A veces hasta son felices
-tranquila, dije “a veces”-

Los poetas son seres engañosos,
uno se los imagina frágiles y sensibles,
pero cuesta reconocerlos comprando mortadela.
Esos truhanes
(y peor, esas estafadoras)
son seres
-agárrese fuerte-
humanos.
Respire, tome asiento, asúmalo.

He revelado el secreto.
Sé que caerán sobre mí
las siete maldiciones
del apóstata del verso.
Pero no soportaba esa carga en mi conciencia.
Ahora usted decide
si cuelga en su perfil los versos
más tristes de Neruda.


lunes, 20 de julio de 2015

Noche

La noche me tapa
como un océano sin orillas
sin superficie.
He llovido mis penas y la muerte
me vomita mis pecados y cadenas.
Mi adentro se afuera, se altera.
Mi alma se ajena, se pierde.
Salgo a mi tormenta.

Entre la mierda y el barro
todavía hay flores.
Debo entrar descalzo,
hundirme en la pesadilla,
sentir en mis pies el vapor dulzón,
las espinas jóvenes de cardos secos.
Hay una ninfa jubilada escondida en un ombú enano.
Canta una canción ya caduca
con letra cambiada,
ha perdido el mar de la mirada,
y creció alas para morir en este bosque mío.
Hay un carancho que me mira
con ojos de violencia en espera.
Me veo en esos ojos que tuve.

Encuentro la flor y abro mis pulmones;
limpio la mierda a gritos,
a susurros,
a oraciones.
Hundo mis manos y limpio.
Gritan mis dedos el dolor,
cantan la alegría,
despiertan como horneros y hacen
del barro nido.
Amanece.


  

Sahumerio

El humo se diluye, escapa,
prófugo hasta de sí,
en el aire impuro.

¿alguna vez fue el aire puro?
¿alguna vez no contuvo el humo prófugo?

Cárcel abierta,
cárcel menos amarga,
cárcel menos amiga,
cárcel menos cárcel,
libertad.

La brasa recorre el sahumerio,
lo consume,
le da razón de ser.
La brasa da vida y muerte en un instante,
una fatal,
hermosa y nocturna luciérnaga de fuego.

La ceniza duerme,
ha dejado todo y duerme.
Volará o yacerá, ya no importa.
Lo que importa es el aroma,
dulce aroma que besa y se pierde
en los sueños que evoca.



martes, 14 de julio de 2015

trascender

Se trata de ser,
de volver a ver cada día
como el primer día.
Se trata de trascender,
de descubrir más allá de aquí,
de ascender más allá de mí.

He visto a mis demonios
ocupar mi lugar en el banquete.
He dejado que pasaran las estaciones
sin festejar la primavera.
He oído la música
y negué a mis pies bailar
y negué a mis labios la canción.

Hoy se abre la puerta una vez más,
y me invita y atemoriza
el aire fresco en la cara.
Hoy saldré a la vida
y buscaré en su rostro mi mirada.



martes, 7 de julio de 2015

Pájaros

A Hoz Goliardo Leudnadez.

Hay un niño con ojos de pájaro
que mira divertido mis intentos de poesía.
Más viejo que su conciencia me saluda y me convida
un trago de lírico tequila.
Hay humanoides con hachas
apuntando a sus alas de ángel en caída,
rozan mis oídos los zumbidos del odio,
enanos zumbidos de toga sucia.

Hay un niño que me mira
como miro sin ojos y sin pájaros
una luna que se fue sin avisar.

He de pasar y dejar flores
a la salud del que no está en la tumba sin nombre.
He de pasar y reírme un rato con su risa,
como una prótesis de pájaro con lunas.

Por las dudas miro
con mis ojos
los pájaros.
Quién dice que no lo encuentre
mirándome en su vuelo.


lunes, 6 de julio de 2015

Serpientes

Sueño con serpientes, con serpientes de mar, 
Con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.  

Silvio Rodríguez

Serpientes de tinta yacen
bajo un sol adolescente.
Se niegan a portar los signos que profiero,
rechazan llevar ese veneno,
aborrecen ese artificio con que enredo
los hilos quebradizos de mis pensamientos.

Serpientes de voces se ahogan
en un mar anciano.
No pueden soportar la carga de mis rezos.
Demasiado peso sobre tan frágil sustancia,
hundiéndose sin remedio en un océano mudo.

Serpientes de luz me sobrevuelan,
claman venganza por sus hermanas.
Hincan en mis ojos sus dientes,
invaden mi garganta en sordo grito,
anidan en perdidos rincones de un alma que ignoraba.

Ahora nos convivo. Ahora está claro.
Sólo dejo que me brillen
y que bailen mis palabras.