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martes, 29 de abril de 2014

Cuchillos

amo los cuchillos de tus ojos
cuando acarician
el brillo ciego de mi pequeño sol
al calor de tus senos
fraguo la copa sagrada
el cáliz ceremonial
en él beberé tu sangre
y te daré a beber
la tinta de mis venas



martes, 15 de abril de 2014

Heracles

Heracles despertó de su siesta milenaria. Desconoció su tierra, donde ya no son bienvenidos los extranjeros. Quiso encontrar el por qué, y supo que habían matado a los antiguos dioses, que ahora un dios extraño gobernaba sobre todo. Recorrió las tierras bárbaras y halló el mismo culto a ese dios egoísta.
Cuando ya no soportó tanta desidia, tanta indiferencia, tanta impía hibris, comenzó su decimotercer trabajo, aquel que nadie le encargó: buscaría al dios invasor en su templo, lo desafiaría y lo expulsaría de la tierra.
Atravesó la puerta donde cimentó sus columnas, cruzó el Océano, y al llegar a la tierra donde el Invasor tenía su casa, lo buscó. Tuvo que enfrentarse a tres viejas conocidas, guerreras de muchas eras; ellas eran Furia, Brutalidad, e Ignorancia. Pudo vencerlas luego de mucho guerrear: la primera, con serena espera, la segunda con arte; pero a la tercera costó mucho trabajo dominarla, su cuero era aún más duro que el del león de Nemea.
Pero cuando llegó el combate singular, nada pudo hacer el viejo héroe. El dios Mercado lo abatió con facilidad, estaba acostumbrado a derrotar héroes solitarios. Esconde con celo el secreto de su debilidad: lo mata que se dude de su eficacia, de su omnipotencia. Sólo dejando de creer dejará de existir; así de fácil, así de difícil.
Hoy el túmulo del antiguo héroe se alza como advertencia, pero también como profecía. Depende del próximo retador saber leerlo.
(imagen tomada de http://decamino-ginesumbrete.blogspot.com/2012_11_01_archive.html )

domingo, 13 de abril de 2014

La realidad

La realidad es un caleidoscopio inarmónico
algo que sucede más allá de los cristales
eso que preferimos lejos,
en los diarios,
en el noticiero,
donde no salpique.
La realidad
se esconde mientras nos escudamos
detrás de estúpidos tinellis,
de pantallas multifunción,
de timba,
de porros
o líneas de muerte sobre espejos.
La realidad también está en los escudos falsos,
como moneda que circula
en recintos cuadrados.

Mientras contemplan los señores
el placer de sus castillos
ignoran que la realidad es lo que pasa
para que ellos puedan tener ese confort.