Hay días que me
pasan
insípidos como una
gelatina sin sabor,
se suceden como
números en un registro contable.
Son días sin nombre
con pretensiones de miércoles.
Hay días que me
pesan.
Días que condensan
el horror, el dolor, la amargura
cómo una sopa del
infierno.
Son cicatrices en el
calendario,
como el muñón que
nos sigue doliendo la mano.
Hay días que se
posan,
como dicen que bajó
la paloma
sobre el hombre que
bendijo el Jordán con su frente.
Días gráciles como
niñas que danzan por vez primera.
Son días en que
todo tiene sentido.