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lunes, 30 de julio de 2018

Algunos días

Algunos días
-no todos-
los gorriones huyen de mis pasos,
el sol
niega su brillo y los árboles maldicen
mi nombre.
Algunos
días
muero
adelantando cuotas.

Algunos momentos
-no todos-
en esos días cenizos,
suceden como breves
perturbaciones de ese orden sin luz.
Un inesperado
guiño de luciérnaga,
un eco
lejano
de risa;
son destellos de faro
que me guían
a mi refugio.

Aunque los días me muerdan
como los perros de la culpa,
hay ojos de perro
lamiendo los míos.

sábado, 28 de julio de 2018

Las poetas


Toda poeta es una Safo
de amores encendidos y olvidados.
Toda poeta canta como Casandra
verdades que no llegan a destino.

Bebí junto a poetas de largas cabelleras
y ojos que bailaban con la luna.
No caben en el mármol cuando ríen en la calle
y apenas un verso las viste y las desnuda.

Toda poeta es un poco Safo
leyendo sola ante las velas
su roja furia de poesía,
mientras los imbéciles se sacan fotos
borrachos con un Alceo depilado.

Ellas, las poetas,
Amanda, Delmira,
las dos Juanas,
Teresa y las pléyades de nombres perdidos.
Letra de letra, cantan como diosas,
las musas verdaderas, no las de cartón.
Ellas,
mis amigas,
poetas que merecen ese nombre.

miércoles, 25 de julio de 2018

Piedra


Los autoproclamados
hijos de Dios
reclaman su herencia de sangre.
transformados en furiosa tempestad
llueven piedras sobre Magdalenas descalzas,
repitiendo un ritual centenario:
el infierno es el otro,
pero
mucho más
la otra.

No puedo ver en sus ojos encendidos
de ira santificada por la Madre Iglesia
el rostro moreno del Hijo del Hombre.
No puedo escuchar las palabras del Nazareno
en el aullido bestial de sus hijos.

Sobre esta piedra,
edificaron
un cadalso.

Lejos,
muy lejos
algunos
pocos
seguidores del Hijo del Hombre que no quiso
ser rey,
lloran
lágrimas rojas
que no pueden lavar
la sangre de sus padres.

sábado, 14 de julio de 2018

Pinos

Recuerdo, como si viera una película vieja,
los árboles del barrio Las Dalias.
Me impactaban los pinos. Añosos,
irregulares.  Era un placer morboso
trepar sus ramas resinosas, resbaladizas.
Cuando alguna tormenta fuerte
vencía la resistencia de sus raíces,
nos apurábamos a tomarlo antes que llegaran
los adultos y sus sierras, sus hachas.
Entonces el pino
-o un primo eucalipto-
era barco, edificio, casa;
lo que quisiéramos.
Era nuestro,
por unos días.

Al borde de la carretera,
en campos idénticos a sí mismos,
veo,
adulto casi viejo,
a pinos jóvenes.
Parecen artificiales, uniformados.
Erguidos como un ejército en línea
frente a un coronel inexistente.
Un poco más allá, otra plantación
de eucaliptos se yergue
como otro ejército, rival o aliado,
pero apartado.
Los veo sin admiración, con cierta piedad.
Altos, derechos como un huso,
desnudos y con su copa de hojas
como una boina cónica,
son una parodia de aquellos gigantes
de largas cortezas que mudaban
y hojas perfumadas como té de abuela.

Prefiero a veces
las películas viejas de mis párpados
al progreso privado de bosques falsos
que veo
a la vera
del camino.

martes, 10 de julio de 2018

Tirano y frágil

Repentinamente el vacío
se traga mis palabras y mis pies
pierden sustento.
Repentinamente,
como un parpadeo al volante
el mundo se torna extraño y hostil
y hasta nuestra piel
nos es ajena.

El tiempo es una copa de cristal
que vemos estallar,
atónitos,
un segundo antes de comprobar
que fue atravesada por la misma bala
que hizo en nuestro pecho nido.

Quiero doblar ese tiempo,
tirano y frágil,
antes de que me estalle en las manos.
Quiero volver al momento
de la niñez donde la soledad
no era siquiera una sospecha.

Sólo por un segundo,
sólo ese segundo.

Quiero sonreír
sin tiempo
con aquellos que amo.

sábado, 7 de julio de 2018

Poema


El poema nace del espanto
como una reacción impostergable.
El pobre tipo al que los demás llaman poeta
camina como cualquiera hasta que lo quiebra
un rayo de maldad, un atisbo de belleza,
una salpicadura leve de la verdad cruel y pura.

Entonces necesita escribir
como si fuera un profesional de la palabra
y apenas logra balbucir un conjuro triste,
desprovisto de toda estética y grandeza.

Ese trasto,
ese enmarañado tejido de frases,
será llamado poema
por un piadoso o por un cínico.

En realidad es un escudo,
maltrecho y agónico
con el que a duras penas y por minutos
podrá defenderse
del grito de la calle horadando su alma
de viejo culpable.

jueves, 5 de julio de 2018

Avenida de cuatro vías


En la avenida de cuatro vías
militares de bronce de gesto adusto
miran sin ver la noche fría.
Otros militares duermen la guardia
en las barracas,
esperando el llamado para liberar
al país de sus propios ciudadanos.
Perros de yeso están alertas,
mirando la línea de una frontera que no conocen.
Otros perros buscan cobijo,
les da lo mismo el refugio
en uno u otro país; las sobras saben a lo mismo
y en todos lados son escasas.

La noche me corta el rostro
como la navaja de un barbero ebrio.
Hay pequeñas basuras en una parte mal atendida
del cantero central
de la avenida de las cuatro vías.
Las pequeñas miserias que pesan en mi alma,
como los olvidos que se clavan en nuestra memoria,
me recuerdan a esos papeles, cajas de cigarros
en dos idiomas,
pedazos rotos de celofán de galletitas.

Apuro los pasos y dejo atrás a los militares de bronce,
los perros de yeso,
las basuras que no
me pertenecen.
Busco mi casa con el mismo frenesí
que busco mi alma.