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jueves, 24 de mayo de 2018

Noche (2)

La noche cubre las esperanzas y los sueños.
Cae,
helada,
como una maldición.
Hay hombres cimarrones al borde
de la hipotermia y la locura,
acurrucados en calles amargas.
La noche los atraviesa como un cuchillo de matarife.
Luego vendrá la madrugada,
sin promesas,
sin
luces para el alma.
Hoy la noche ha descendido
sobre mi corazón
como una capa
que no abriga.

viernes, 11 de mayo de 2018

Aula


Hay un momento mágico,
como si una convención de mariposas
detuviera por un instante
el devenir del afuera.
Entrás al aula y una energía
te recorre la espalda
como una carrera de anguilas.
Los ojos se posan en vos
y la clase acontece.
Es uno de esos milagros
que te edifican como ladrillos
-ese beso, esa mirada,
la mano diminuta que aprieta tu dedo
por primera vez-

Sos profe a partir de ese momento,
y continuar con todo,
pese a todos
los burocráticos tormentos,
tiene sentido.
Sos profe.

martes, 8 de mayo de 2018

La paz de la frontera


En la frontera de la paz
es más fácil contratar un sicario
que alquilar una casa.
Hay más iglesias que farmacias
y encontrar una librería es tarea
para detectives.
En la frontera de la paz
es muy peligroso amar al prójimo
literalmente.
Sobre todo si el prójimo y el amor
no se permiten.

En el lugar del mapa
atravesado por una línea
se diluyen la lengua, la frontera y la paz.

En la paz de la frontera
hay buena gente que mira pasar los años
como si fueran nubes en el cielo.
Es gente buena, pero no alcanza.
Tienen buenas intenciones, pero no alcanza.
Tienen buenos sueños, pero no alcanzan el cielo
prometido.
Mientras haya prójimos más prójimos que otros,
mientras el cielo tenga escaleras y ascensores,
no alcanzará jamás
para que la paz y la frontera
no sean una caricatura
de un nombre soñado.

viernes, 4 de mayo de 2018

20 de mayo

Ya sé que tengo tus huellas como faro
pero faltan tus pasos azules llegando a la casa.
Ya sé  que hay un tiempo de adioses,
pero el tiempo de abrazos fue breve y lejano
y el frío me muerde la piel de tu ausencia.

No hay palabra que diga que no me recuerde
que brillaban en tu voz como monedas
lanzadas al sol.

No hay día que camine sin que me pesen
los ojos de mirar las mañanas que soñaste.

Pero debo seguir y soñar mi propio cielo,
cantar con mi voz de serrucho en orsai,
llenar el espacio de tibias presencias
que tienen tu brillo en la piel.

Ya nada me queda sino caminar
y sentir que tus pasos flanquean mi andar.

y saber, como vos me enseñaste,
cada veinte de mayo,
que mi lugar
es recordar
para que otros también puedan caminar.