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lunes, 27 de mayo de 2013

Plagiario.

¿Quién es Álvaro Escobar? Un plagiario. Nada más y nada menos. Un pastorcito mentiroso, alguien a quien ya no se le pueden creer ni los buenos días.
Escribió varias cosas en un foro mínimo, Bibliotecas Virtuales, y aquí están los resultados.
Comparen esto:
http://www.letralia.com/116/letras03.htm
con esto:
http://portal.bibliotecasvirtuales.com/foros/la-muerte-de-teceo#comment-199526

O esto
http://www.voltairenet.org/article133620.html
con esto
http://portal.bibliotecasvirtuales.com/foros/cada-ves-menos-fanaticos-del-islam

Y se puede seguir, porque el tipo es un maestro del copy/paste. La joda es que se olvida de las comillas y le gusta firmar lo ajeno con su nombre. Pero bueno...
En definitiva, este tipo, un uruguayo (me apena admitirlo, pero hay muchos así en mi país), nacido en Nuevo Berlín y que supuestamente vive en Montevideo, es un pseudo poeta que ha sido promovido en alguna ocasión por el Ministerio de Educación y Cultura, es un tipo mínimo. Pero hay que conocerlos, siempre hay que conocer a las alimañas, por pequeñas que sean.

Plagio


El poema también es artefacto.
La máquina de amar de siete alas
pide trabajo a pesar de las malas
mentiras de los poetas. Un pacto

se requiere si respetamos el acto
de crear. Nos perforan como balas
palabras que no son nuestras. Alas
robadas para dar el salto exacto.

No podemos firmar lo que otro hizo
sin saber que robamos su trabajo.
Cierta historia de penas y naufragio

fue burlada por un tipo enfermizo
de poeta, uno que cayó muy bajo.
Don Álvaro Escobar: lo suyo es plagio.

viernes, 24 de mayo de 2013

Sobre lenguaje inclusivo...

El lenguaje inclusivo, como intento de democratizar el lenguaje, tiene muchísimas falencias. En primer lugar ignora la historia (las palabras tienen su historia, no nacen por generación espontánea); en segundo lugar es incoherente, en el sentido que no respeta los paradigmas (lo que va atado al primer punto, los paradigmas se construyen por analogía a lo largo de la historia), por ejemplo exigir que se diga "la presidenta" en lugar de "la presidente" y no ser consecuentes con el paradigma y decir "la afrodescendiente" y no "la afrodescendienta"; en tercer lugar supone que un cambio de lenguaje automáticamente cambia la actitud del hablante, como si la nueva palabra (nativo americano en lugar de indio, por ejemplo), más allá de su corrección política no termine cargando con la misma connotación negativa de parte de los que usaban la antigua de forma despectiva: la idiotez no se elimina por decreto. Hay mucho para hablar del tema... pero son las tres de la mañana. ¿O debo decir mañano? No sé...

viernes, 17 de mayo de 2013

nada


Nada para dar.
Estas manos están secas,
huecas,
chuecas.
No pueden moldear el aire,
siquiera levantarse
para rendirse, 
para redimirse
para reírse. 
Estas manos no pueden escribir.
Apenas hacer un gesto mecánico,
pendular;
algo así como un adiós
mentiroso.