He sido testigo del coraje cotidiano
de mujeres y hombres que no tienen
monumentos en las plazas, ni canción.A veces consiste en proezas
demasiado vulgares para los poetas
que cantan a las glorias de la patria.
Hay personas que se levantan
sabiendo que la jornada
añadirá dolor al dolor
como única forma de sanar.
Hay personas que deciden
dejar de levantarse.
A nadie queda bien el traje de juez,
y a mí me dan alergia las pelucas inglesas.
Solo soy un poeta menor,
un aeda de feria sin público,
cantando pequeños actos heroicos
de pacientes de hospital.
Mañana trataré de levantarme,
sanar
y ser mejor.
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