Los buitres vuelan
sobre los pozos de sangre manchados de petróleo.
No hay alondras
anidando,
Sherezade se ha
vuelto muda y no puede convocar pájaros.
Los antiguos
zigurats proyectan su sombra,
y a sus pies
numerosas lenguas confluyen como ríos.
Los buitres posan
sus garras en la biblioteca destruida.
El horror visita las
calles en una lluvia de fuego.
A lo lejos se
escucha la imprecación de predicadores de la muerte,
escupiendo sobre el
libro sagrado.
El otro libro
sagrado también llora,
le han amputado las
palabras “amor” y “piedad”,
ya no puede caminar
sin sus pies.
Los libros lloran
como niños arrancados de sus madres,
Ancianos de dientes
amarillos los prostituyen,
mienten de sus
páginas gritos de odio
que jamás fueron
escritos.
La media luna no
mana miel y leche,
mana petróleo
manchado de sangre.
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