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domingo, 27 de noviembre de 2016

Huida

Flota en el aire
un hedor a perro muerto.
La primavera trae flores muertas
y noches frías,
hay días que no la salvan los jazmines
ni los barriletes.

Mi perro teme a los truenos,
huye de la comodidad del sillón
para refugiarse afuera, en el patio,
dentro de una cucha que es casi
una casa de balneario.
A veces también quiero huir.
Volver a los ocho años y esconderme
en la casa del árbol que nunca tuve
(mi casa del árbol eran árboles
pinos que se caían y que antes que pasaran a ser leña,
con mis amigos habitábamos
y reciclábamos en barcos, edificios, colectivos).

El hedor me espanta.
También me rememora la niñez,
cuando caminábamos y descubríamos alguna osamenta
a la vera de la calle de tierra.
Podría haber sido un auto,
o los soldados de la base aérea probando puntería.
Entonces quería huir, ser adulto, vivir en otro lado.

La primavera siempre vuelve. No siempre es bella.

Pero siempre es.

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