Maldigo la poesía de quien no toma partido/ hasta mancharse.
Gabriel Celaya.
Lejos del café y las notas
sobre amor
cortesano y Leonor
de Aquitania suenan
los ecos de dictaduras black & white,
como una réplica generacional
de terremotos que creímos jubilados.
La prensa se lava las manos
como un Pilatos
obsesionado con la higiene.
No hay jabón que quite la sangre
que llevan los neutrales
como una escarapela incómoda.
Pienso que es fácil escribir barricadas
y me culpo por mi comodidad.
"No te apures", me dice el fantasma
de las calles pasadas, "volverán".
Siempre vuelven.
Volverán y será cuestión
de ellos y nosotros.
Será cuestión de callar
como los cristales democráticos,
o de tomar
partido hasta mancharme.
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