Un día te levantás alterado,
como si despertaras de un mal sueño.
Entonces descubrís que la vida pesa demasiado,
como si caminaras por un mundo
súbitamente inabarcable con la razón.
Todo sucede sin aviso previo
y te sentís como un Atlas jubilado a su pesar.
El mundo ha crecido tanto
que ya no te reconoce y no podés
subirlo sobre tus hombros.
El mundo es un hijo que nos abandona.
Un día te levantás
y descubrís que la muerte ya no es concepto,
es ese ángel que camina contigo,
como un amigo que te anuncia
que la fiesta terminó
y es hora de volver a casa.
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