¿Y para qué sirve la poesía?
Ahí está el truco: no tiene más utilidad
que gritar en la tribuna,
aunque sea un bello grito.
La poesía
no alimenta,
no abriga,
no alivia
el dolor ni consuela
almas amputadas.
La poesía
siquiera lo pretende.
La poesía es un espejo
de papeles arrugados
rescatados de la basura.
La poesía nos mira
con ojos de perro triste
y muerde como un vampiro
vegetariano.
La poesía
grita con voces encerradas
desde el fiat lux.
La poesía es el grito del ángel
que perdió la gracia y la fe
en una partida de póker.
La poesía es inútil
como un trasto obsoleto
en esta tierra obsesionada
por la tecnología y las
auténticas mentiras.
Por esas razones
beberé poesía,
me abrigaré con su belleza
fugaz de mariposa,
Y la usaré como un escudo.
ante eficaces
televisores.
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