Mi cuerpo ha
comenzado a fallar
como un
automóvil
que
descubrió el óxido
y
la tristeza en calles
cada vez más
ajenas.
Mi
cuerpo es un lugar
súbitamente
extraño.
Se ha
divorciado del alma
de cuya
existencia siempre dudé.
Cuerpo
es un ente autónomo
y hostil
que rechaza el
posesivo
que me empeño
en adjudicarle.
Sabotea
mi percepción del mundo:
a veces llega
a dejarme creer
en mundos
felices.
–¡Mi
cuerpo! – grito, y me responde
con dolor
y mareos y me recuerda
que la masa
fofa y gris
que atesoro
es su
prisionera.
Claudico.
Le regalo un
dulce.
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