El plomo se forja en una fábrica cualquiera.
Toma la forma convexa necesaria
para cortar el aire como una palabra maldita.
Se vestirá de bronce y llenará su corazón
del polvo mágico que le dará
efímera vida.
Su destino está atado al mío
desde el principio de los días,
desde el protozoario y la montaña.
Su destino es dormir en mi cerebro
para darnos descanso,
y,
quizás,
una razón de ser.
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