Yo no sabría, no hubiera podido,
zapatero,
estar en tus zapatos.
Desde siempre te admiré
y fuiste en secreto ejemplo
del padre que nunca
pude ser.
Ahora voy a decirte chau,
a saludar a desconsoladas ramas de tu árbol,
a decirte hasta luego,
hasta la próxima vida.
Luego me iré caminando,
intentando ser digno
de tus zapatos.
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