La culpa la tienen
mis viejos.
Esa cosa de la ética
y el laburo,
de ser y hacer,
de protestar un
penal en cualquier cancha.
Si a usted le gustó
una pizza, un poema,
un milagro de pies y
manos en la danza de mi hermana,
ya sabe.
La culpa la tienen
mis viejos.
Crecí mirándolos y
admirándolos,
no les dije la
cantidad de veces que quería
que los quería.
Me arrepiento de
cada pendejada,
de cada palabra
idiota que dije
y de cada palabra
cariñosa que no dije.
Pero ya está, son
puñales de karma que me llevo,
clavados en el alma.
Pero a pesar de mi
necia manía
algo bueno habrá
salido,
de eso
la culpa la tienen
mis viejos.
Solidarios,
laburantes, responsables,
esa pareja de
uruguayos
que arrancaron soles
al cielo
para sacarnos una
sonrisa,
que regaron con
lágrimas la tierra
para darnos comida,
son culpables de
cada cosa buena que tenemos.
No lo dude, no
busque en otro lado.
La culpa la tienen
mis viejos.
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