Se cierra como un puño de hierro
la pinza del puto cangrejo.
Muerde la carne y desgarra
como un perro maldito que ha sido
condenado a la furia.
Y ahí están los luchadores,
los sobrevivientes pese a todo,
pese a los pronósticos y el saber
impotente,
los que deciden vivir pese a ellos
mismos.
Siento vergüenza de mis dolores ,
de mis lágrimas idiotas,
de preguntar ocho veces lo mismo,
de mi vergüenza.
Veo héroes con sonrisas cansadas
que no han liberado doncellas
ni tienen estatuas de bronce en las
plazas,
son héroes sin vocación de tapa de
revista,
sólo me han enseñado el valor de
vivir.
Porque saben que el cangrejo de hielo
no puede quitarles todo,
apenas tiempo.
Ellos han decidido luchar,
y eso nadie lo roba.
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