en
el silencio de mi voz
descubro
cumbres ajenas
y
solitarias llanuras que me forman
ya
nada me queda sino la espera
que
carga la obra en su costado
ya
nada sino yo mismo
mi
propia persona como una sombra difusa
arrinconada
en mis zapatos
ese
ser inaprensible que aprendí tibiamente a ignorar
ese
que no conozco y vos tampoco
he
vertido mi vida
ese
pedazo de tiempo que me cayó sorteado
en
las torpes borracheras de la mentira
construí
siguiendo los manuales
un
laberinto de voluntad prestada
donde
pudiera esconderme con eficacia
de
los juicios de la sombra
dejé
simplemente pasar
mujeres
de fino corte
hadas
carnales que me han dado
recreos
inesperados en mi media humanidad
olvidé
la sangre
que
bulle con dolor en otros cuerpos
mi
propia sangre
que
a mi lado agita
ahora
que lo veo claramente
sé
que me esperan
unas
incómodas mariposas pardas
giran
su vuelo
reclamando
lo
que les pertenece.
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