Avanzo un paso
y el horizonte se expande,
se aleja y es cada vez
más oscuro.
Los hombros de los gigantes
me hacen sentir
ínfimo en la escala celestial.
Cada texto que leo
es una hebra de hilo
en un telar infinito,
un telar que compone la canción total.
Lloro al sentir mi pequeñez,
al sentir por un segundo
la noche de todo lo que no sé.
Mi sobrina dibuja a su perra
en cuatro líneas seguras.
Me regala ese dibujo
y el arte
tiene otro sentido.
Descanso sobre los hombros
de esa niña de ocho años.
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