Hay un pueblo que
lleva
el odio en sus
entrañas,
guarda una
apariencia
de cívica
tolerancia:
dice “buenos días”
pero piensa vieja/
pendejo/bolche/facho/negro/
trolo... siempre con
el mismo apellido,
De Mierda.
Hay un pueblo que mastica odio
Hay un pueblo que mastica odio
como si fuera
alimento
y baja de las
alturas
como un maná
maligno.
Allá arriba sus
líderes ciegos,
envalentonados por
el poder
-ese quinto jinete-
profieren muerte
escondida en palabras.
Riegan la tierra con
la escoria de sus voces.
Hay un pueblo que alguna vez sentí mío
y hoy siento cada
vez más extraño.
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