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viernes, 15 de noviembre de 2013

La soledad de Dios

El vagabundo nunca oyó a su pájaro,
y lo veía cantar tras los cristales” S. Rodríguez, “El Vagabundo”


No hay nada absoluto
salvo la soledad de Dios
nada sino el silencio de los pájaros en el espacio sideral

Todo es relativo a nuestro dedo mayor extendido
y el ser que se pierde a dos centímetros de su alcance

Todo es relativo a nuestra sed
y la botella como una condena de cielo infernal

No hay nada absoluto
salvo la única certeza
nada sino el oxígeno que nos pide nuestro cuerpo

Nada
          todo
                  nunca
                           siempre
palabras demasiado grandes
para la torpe métrica de este poema

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