En el invierno infierno se congelan
soles,
no hay donde cobijar esperanza de un
tibio mediodía,
el viento se mete como cuchillos en la
ropa vieja
y el hambre es ausencia presente en las
tripas.
Pero hay quien da y no da del cielo
no da con fotógrafos ni con cientos de
fans capturando sonrisas.
Hay quien da lo que no tiene
de pura vergüenza de tener un techo y
un plato caliente en la mesa.
Hay quien da porque sí, por que le
duele la infamia.
Ese pequeño gran puñado de seres
no dan solo esperanza
dan dignidad, reciben más que un
gracias:
reciben también soy un hombre y quiero
ayudar.
Esos gurises no salieron en la foto de
los diarios
recibiendo medallas por un plato de
sopa caliente y un café
aromando amores que no son de
telenovela,
que son de humanidad.
Esos gurises me dan vergüenza de mi
frazada y mi viejo escepticismo.
Esos gurises me dan confianza en el
mundo,
en su lado izquierdo,
allá,
donde bajito,
se escucha latir.
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