no tiene Homeros la derrota:
no hay murga que cante
al honor del último lugar,
siquiera la duda que ampare
lo que podría ser y no.
así el perdedor sin
cantores de la gesta que no fue
beberá su instante de olvido,
asumirá su mancha
y se levantará mañana
para torcer el brazo
de la puta fortuna.
y sabrá,
definitivamente sabrá
que Homero
era un murguista
fácil
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