El viento me invade,
me abandona.
El viento infla las
velas de mi barco imaginario,
derriba los robles
que no planté.
De viento se forman
mis promesas
y en el viento se
diluyen, infelices luciérnagas de un día.
He de pararme firme
y hacer de mis pies raíces,
soportar el viento,
ser uno con la tierra de mis padres.
He de ser el hijo
que esperaban,
el hombre que besó
mi amada,
he de ser mejor de
lo que doy cada día.
He de ir a
contraviento.
Será de dura roca
mi palabra.
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