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jueves, 14 de mayo de 2015

Katmandú

La nación que duerme en la cima del mundo,
como un gato en los hombros de un gigante,
es ignorada por los plácidos dioses del valle;
pero el paisaje que besa la panza del cielo
a su vez descansa en tectónico conflicto.

¡Ay de su despertar!
¡Ay de nuestra locura!
Qué fácil es ignorar
la muerte de las alturas.

El vientre de la montaña
escupe un monstruo sagrado,
sus manos pueden romper
palacios y hasta el santuario
donde dejamos yacer
los sueños más delicados.

¡Ay de su despertar!
¡Ay de nuestra locura!
Qué fácil es ignorar
la muerte de las alturas.




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