te encargo mi nombre.
No te pido que lo endulces,
vos sabés que no fui bueno.
Te pido que no se pierda
en el río del olvido.
Te pido también que no lo manche
la verdad del enemigo.
Te dejo mi nombre
como a un albacea
de bienes sin valor.
Te dejo mi nombre a cargo,
querido amigo,
compañero,
hermano,
como la más bella condena,
mi única propiedad.
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