Líquido, rabioso, áspero
como este fuego que busca el cielo
sin éxito ni sentido,
así crece en mi pecho un rugido
que morirá en la garganta.
Hay demasiadas lunas
ladrando a perros distantes,
hemos perdido la razón y la fe,
sólo nos quedan edificios vacíos
sostenidos por símbolos mudos.
Áspero, sólido, empecinado
como una brasa que resiste entre cenizas,
duerme en mi garganta el grito
que quema mis palabras.
Mi perro mira la luna
en silencio.
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