no nos van a robar la alegría
los nihilistas amantes de la guerra
ni los trajeados agoreros de la
historia
sentados en cátedras televisivas
ni mucho menos los patrones
ni los dueños del juego
que hacen de la risa mercancía
dueños del caballo y su comisario
no nos van a robar la alegría
porque es tan nuestra como la sangre
tanto como la auténtica tristeza
y la vieja y tozuda
manía de respirar
aunque los demonios traidores
hayan ensuciado todo
-nuestra fe
nuestra esperanza
nuestras banderas-
lo afirmo aquí
como raíz de roble
no nos van a robar la alegría.
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