se fue
y acaso es todo.
un incómodo hueco en los saludos,
una copa vacía
y los recuerdos aferrados como su olor a la ropa.
nos diremos que fue un buen tipo,
sabremos que el dolor alquiló una habitación en su casa
y que las paredes se pintarán de viejas voces.
Dios se apiade de los vivos,
de las verdades que escondemos bajo mentiras amables,
de nuestra soledad,
que crece bordando sombras de ausencia.
Dios se apiade de la palabra que tememos soltar
como si fuera evitable su ladrido,
como si no fuera eco de otras,
más dulces,
palabras.
se fue
y no podemos decir sino hasta luego
y esperar sin garantías
un reencuentro.
2 comentarios:
es así...las despedidas no garantizan nada
las despedidas son despedidas... y aveces no hacerlo tambien entristece
Publicar un comentario