Los libros y las banderas
comparten igual destino:
tumbas abiertas de signos,
excusas para fronteras.
Usados como barreras
pudiendo bien ser camino:
doloroso desatino.
Habrá que ver la manera
de torcer ese timón
y usarlo con la razón.
Los libros paren en mentes
ideas que son motor,
contagian con su calor
a las banderas ardientes.
Pero los hombres conscientes
saben pesar el valor,
sacan verdad con amor
de los signos que pacientes
en libros duermen su espera
y honran con paz su bandera.
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